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lunes, 31 de octubre de 2016

El papel de los animales en la Violencia Doméstica

Se cita un extracto de la ponencia presentada en el Congreso organizado por la Universidad de Andalucia en el año 2011 y que se encuentra en el link
(pag.669 /693 )
autores:
-Dra. Nuria Querol Viñas CAP Valldoreix, Passeig Olabarria s/n 08174, St. Cugat.MD, BSc, MS Comisión de Lucha contra la violencia familiar y de Género, CAP Sant Cugat-Valldoreix, American Society of Criminology, The National Link Coalition  
 -Frank Ascione PhD3 The National Link Coalition , Denver University
-Angel Cuquerella MD Institut de Medicina Legal de Catalunya , MS

El papel de los animales en la Violencia Doméstica
Resumen
Se ha iniciado un estudio sobre el rol que ejercen los animales de compañía en el contexto de la violencia doméstica desde el ámbito sanitario. Para cada caso detectado de violencia (hasta el momento 22 que tengan animales) se ha realizado un cuestionario de screening sobre el papel del animal de compañía para la mujer. En la mayoría de casos, el maltratador también ha maltratado al animal incluso delante de los hijos. En algunos casos, la mujer se ha quedado con el perro de una raza que no quería y al estar poco socializados y tener poca capacidad de marcar límites, han sufrido mayor victimización. En un caso, un niño de 8 años con trastorno de conducta, presentaba crueldad hacia los animales, enuresis, piromanía y bullying. En otro caso, una de las hijas de 23 años presentaba TLP y crueldad hacia los animales de la madre desde los 14 años. En dos casos, las mujeres se negaban a ir a una casa de acogida por no poder llevarse a sus animales de compañía.
Contexto de partida.
El trato que concedemos a los otros animales ha sido y es objeto de encendido debate, ya que una de las cuestiones fundamentales que subyacen es hasta qué punto es ético utilizar a otros animales como recursos por el mero hecho de pertenecer a una especie distinta a la nuestra. No olvidemos que nuestra sociedad trata a otros seres sintientes, con capacidad de experimentar placer y dolor, como si fueran objetos que han sido creados para nuestro uso (Bekoff, 2003, 2004; Singer,1999; Lafora, 2004; Regan, 2006). Por otra parte, la condena al trato cruel a los animales se ha debido en otras ocasiones a un temor por la extensión del comportamiento violento hacia la especie humana.
Santo Tomás de Aquino, si bien no tenía una preocupación hacia el sufrimiento de los animales per se, recomendaba la condena social al maltrato animal ya que —según él— “siendo crueles hacia los animales, uno se acaba volviendo cruel hacia los seres humanos”.
En el siglo XVII, el filósofo John Locke escribía “el acostumbrarse a atormentar y matar bestias, endurecerá gradualmente las mentes hacia los hombres; y aquellos que se complazcan en el sufrimiento y la destrucción de criaturas inferiores no serán aptos para ser compasivos o benevolentes hacia aquellos de su propia clase” (1693, Sec.166).
Resulta particularmente interesante la serie de grabados del artista británico William Hogarth (1697-1764) titulada "Los Estadios de la Crueldad" (Shesgreen 1973). La prolífica y detallada representación de diferentes actos de tortura hacia animales, que finaliza en un asesinato (la novia del protagonista de los grabados, Tom Nero), es una sugerente conexión que establece Hogarth entre el maltrato a los animales y diversos factores sociales, con el desarrollo de otras conductas violentas en el futuro.
El que es considerado padre de la Psiquiatría en Francia, Pinel (s. XVIII), ya advertía de la conexión entre la crueldad infantil hacia los animales y la posible futura violencia interpersonal.
Más adelante, ya hacia 1920, se publicó el libro The young delinquent, por Cyril Burt, recogiéndose como una de las manifestaciones de comportamiento violento digna de ser tenida en cuenta, la crueldad hacia los animales. Ya en el siglo XX, la reconocida antropóloga Margaret Mead (Mead, 1964) afirmaba que la crueldad hacia los animales era un síntoma de una personalidad violenta que, sin un diagnóstico a tiempo, podría conducir a “una larga carrera de violencia episódica y asesinato”; aunque las primeras investigaciones sobre la relación entre la crueldad hacia los animales y los humanos, tuvieron lugar hace 40 años.
Hace dos décadas, Arluke and Lockwood (1997) destacaban la creciente sensibilización de la sociedad hacia otras formas de violencia menos conocidas, expresando la necesidad de ampliarlos estudios sobre el particular. Según Bryant (1979), la violación de las normas relativas al trato humanitario de los animales “seguramente constituyen los actos más ubicuos de entre los actos de desviación social”. Los animales son, a menudo, uno de los sectores más desprotegidos y más susceptibles de ser víctimas disponibles e indefensas, con escasa capacidad de respuesta, lo que, al igual que a otro tipo de víctimas, les hace especialmente vulnerables (Berkowitz, 1996; Urra, 1997; Echeburúa, 2004). Los actos violentos cometidos con los animales son contemplados como incidentes aislados (Flynn, 2000).
Actualmente, ocho Estados en EEUU autorizan explícitamente en sus estatutos (relativos a la crueldad hacia animales) las evaluaciones psicológicas o el tratamiento psiquiátrico. En California, se exige la evaluación psicológica si se pide la libertad condicional después de una condena por abuso a animales (Loar, 2000). En Colorado, se exige evaluación psicológica a partir de la segunda ofensa, igual que en Virginia Occidental.
En este sentido, destaca la reciente encuesta elaborada por la empresa Ikerfel, en la cual el 84 por ciento de los españoles encuestados cree que no se castiga el maltrato a los animales; aunque las dificultades para hacer efectivas las leyes no son, ni mucho menos, exclusivas de España (Iburg, 2000). Pese a las investigaciones, según apunta Hensley (Hensley & Tallichet, 2005), no todos los sociólogos y criminólogos han logrado entender por completo la importancia del maltrato a los animales, tanto empírica como teóricamente (Agnew, 1998; Beirne, 1995, 1996, 1999). Beirne (1995), por ejemplo, afirma que “muchos no ven que haya objeto de estudio del abuso físico y psicológico a animales”. Frente a ello, Ascione (2001), uno de los más reputados expertos, considera que el maltrato a los animales es “una forma significativa de comportamiento agresivo y antisocial que podría añadir una pieza más al puzzle del conocimiento y la prevención de la violencia juvenil”. Además, como Lockwood y Ascione (1998) apuntaron, los actos de crueldad hacia animales son considerados como penas menores (Flynn 2000), limitando la cantidad de información sobre la naturaleza, extensión y dinámica de este tipo de crueldad. Todas estas consideraciones sugieren que la crueldad hacia [Universidad Internacional de Andalucía, 2011] 672 los animales constituye un fenómeno complejo que requiere una investigación más pormenorizada.
 La crueldad hacia los animales constituye uno de los síntomas del trastorno de conducta, además de considerarse un criterio diagnóstico fiable, aunque no exclusivo (Spitzer, Davies & Barkley, 1990).
En la versión posterior del DSM-IV (1994), un trastorno de conducta era definido como un “patrón repetitivo y persistente de comportamiento en el que los derechos básicos de los otros o las normas sociales son violadas” con la presencia de tres o más criterios durante los 12 últimos meses con uno, al menos, durante los últimos seis meses. De los 15 criterios, sólo el A5 está relacionado con la crueldad hacia los animales y no ofrece una definición amplia de lo que se considera “crueldad”, lo cual supone uno de los obstáculos en el estudio de este tema (Cuquerella, Querol Viñas, Ascione, Subirana, 2003 y otros).
Hay pocos estudios hasta la fecha que hayan examinado la prevalencia de crueldad infantil hacia los animales. En uno de sus primeros trabajos, Tapia (1971) describió las historias de niños entre cinco y 15 años derivados para evaluación. Su análisis encontró que los niños participaban en varias formas de maltrato hacia los animales y que, seis años más tarde, el 62% continuaba exhibiendo este comportamiento (Ringdon &Tapia, 1977).
En otro estudio, se midió la cifra de crueldad hacia los animales en una muestra de niños en clínicas de salud mental y una muestra no clínica (Achenbach & Edelbrock, 1981), así como informes maternos por la Child Behavior Checklist (CBCL).
La muestra clínica presentaba cifras de 10-25% comparadas con el 5% de la muestra no clínica; mientras que las investigaciones con menores (14-18 años) en régimen penitenciario revelaron cifras del 14 al 22% (Ascione,1993).
Un estudio comparó las cifras y las características de la crueldad hacia los animales en una muestra clínica y una no-clínica (comunitaria) (Luk et al, 1999), resultando que la crueldad estaba presente en casi un tercio de la primera y en un 1% de la segunda. Los investigadores vieron también que los niños presentaban cifras más altas que las niñas, y que los niños crueles tendían a mostrar, en mayor frecuencia y severidad, síntomas de trastorno de conducta, pobre dinámica familiar y percepciones elevadas de sí mismos; por lo que se sugiere la hipótesis de una asociación entre esta elevada autopercepción y crueldad hacia los [Universidad Internacional de Andalucía, 2011] 673 animales con la presentación de rasgos psicopáticos en la vida adulta (Frick,O’Brien, Wooton & Mc Burnett, 1994).
En muestras de adultos crueles con animales, se recogen a menudo historias de abusos sexuales en la infancia; mientras que los adolescentes maltratadores de animales presentan una relación parental, familiar y con compañeros más negativa que los no maltratadores (Miller & Knutson,1997). La crueldad hacia los animales es más frecuente en hogares con episodios de violencia doméstica y alcoholismo o abuso de otras drogas por parte de los progenitores (Felthous &Kellert, 1987). Por tanto, la detección del maltrato al animal puede ayudar también al descubrimiento de otros comportamientos violentos y hacer posible una intervención más temprana.
Numerosas teorías sugieren que el maltrato a los animales se desarrolla desde un contexto familiar violento y por el hecho de ser testigo de actos violentos. La teoría del desarrollo del aprendizaje del comportamiento anti-social de Patterson, DeBaryshe & Ramsey’s (1989) sugiere que la conducta infantil de estos niños vendría modelada por patrones parentales punitivos, la ausencia de habilidades sociales y la falta de apego (Hoffman,1993; McCord, 1991). Los niños podrían emplear estos patrones punitivos y de aversión para controlar a sus animales. Muchos niños que son testigos de maltrato a animales por parte de una figura parental acaban desarrollando también este comportamiento (Ascione, 1998; Boat, 1995). La crueldad parental proporciona un modelo para los niños de comportamiento inapropiado hacia los animales. Existen ejemplos de asesinos en serie que podrían haber sufrido este proceso, como es el caso de Henry Lee Lucas, quien a la edad de 10 años fue testigo de cómo el novio de su madre apuñalaba a una ternera y abusaba sexualmente de ésta mientras estaba agonizando. A los 13 años empezó a capturar pequeños animales y desollarlos aún con vida por diversión. Sus primeras experiencias sexuales consistieron en la captura de animales y la realización de rituales sexuales que incluían la tortura y la muerte (Merz-Perez et al. 2001). Su escalada violenta progresó durante 30 años en los que apuñaló, mutiló y asesinó a mujeres, siendo considerado uno de los asesinos en serie más notorios de la criminología (Wright & Hensley, 2003).
Otro depredador sexual, Keith Hunter Jesperson, relata entre sus primeras experiencias la tortura y muerte de animales y de cómo su padre le exhortaba a ello. En unas declaraciones desde la Oregon State Penitentiary explicaba el placer que le producía ver el miedo en los animales mientras los torturaba y cómo llegó un momento en que matarlos no significaba nada, empezando sus fantasías de experimentarlo con seres humanos. Existen datos similares en otras biografías de asesinos en serie y de masas que torturaban animales en su infancia.
De entre los asesinos en masa son también estudiados los antecedentes de crueldad hacia animales en los casos de Eric Harris y Dylan Klebold, Kip Kinkel, Mitchell Johnson y Andrew Golden, Michael Carneal, Luke Woodham, Brenda Spencer, Lee Boyd Malvo, entre otros.
Felthous (1980) elaboró una conceptualización psicoanalítica para explicar el impacto del maltrato parental en el niño y la subsecuente crueldad de este hacia los animales. El niño proyectaría su agresividad hacia su agresor a través del animal. “Una figura parental abusiva se convierte en objeto agresivo de identificación y un modelo de aprendizaje del comportamiento agresivo” (Felthous, 1980:175).
En uno de los casos ilustrativos, después de que un niño fuera golpeado por su madre, se escondió en el porche con su gato y lo estranguló hasta la muerte. Otros investigadores también han encontrado datos que apoyan el fenómeno del desplazamiento de la hostilidad a un animal en un entorno hostil (Boat, 1995; Schowalter, 1983). Alguna teoría añade que existe algún factor en el contexto familiar que elimina el desarrollo de la empatía. De este modo, la exposición a la violencia que conduzca a la interferencia en el desarrollo de la empatía en el niño podría predecir un comportamiento cruel hacia los animales.
La empatía y la autoestima se consideran factores protectores con asociaciones negativas en la conducta antisocial, que mediarían además los efectos de la impulsividad, el psicoticismo y la búsqueda de sensaciones (Baron &Kenny, 1986; Romero et al., 1999b; Sobral, J.,Romero, E., Luengo, A., Marzoa, J., 2000).
Flynn(1999) encontró que adolescentes que maltrataban animales tenían más probabilidad de maltratar a sus parejas y ejercer castigos corporales a sus hijos. Sugirió que haber cometido actos de crueldad hacia los animales en la infancia podría haber conducido a la ausencia de empatía y otras actitudes implícitas respecto al trato hacia niños o cónyuge.
Numerosos estudios demuestran la correlación entre crueldad con animales y diferentes trastornos psiquiátricos, vandalismo y otros actos anti-sociales incluyendo violencia contra las personas. [Universidad Internacional de Andalucía, 2011] 675 Los maltratadores de animales presentan una mayor probabilidad de ser violentos con las personas y de cometer delitos comunes. Según un amplio estudio (Arluke et al., Journal of Interpersonal Violence, 1999), un maltratador de animales presenta cinco veces más probabilidades de cometer crímenes violentos como agresiones físicas, violaciones y asesinato; cuatro veces más de delinquir contra la propiedad; y tres veces más de cometer delitos relacionados con las drogas.
Las investigaciones también establecen un vínculo especialmente estrecho entre el maltrato a los animales y la violencia doméstica. Aquellos que perpetran actos violentos contra animales son más proclives a cometerlos también con sus cónyuges o sus hijos.
Gleyzer, Felthous, y Holzer (2002) hallaron en sus investigaciones una relación entre el trastornoanti-social de la personalidad y el hecho de tener antecedentes de crueldad hacia los animales, por lo que recomendaron a los psicólogos clínicos la consideración del estudio de la frecuencia, motivaciones, tipos de animales maltratados y naturaleza del maltrato
En una muestra de violadores varones y pedófilos, se encontraron mayores cifras de crueldad infantil hacia animales (Tingle, Barnard, Robbins,Newman & Hutchinson, 1986) respecto de los no agresores sexuales. En este ámbito, un estudio muy conocido (Ressler et al. 1998) concluyó que, en una muestra de 36 asesinos y agresores sexuales, el 36% habían cometido actos de crueldad hacia los animales en la infancia, el 46% había sido cruel durante la adolescencia y el 36% persistía en la conducta en la edad adulta. Asimismo, en una muestra de jóvenes víctimas de abusos sexuales que presentaban enfermedad mental grave, se observaron mayores cifras de comportamiento sexual inadecuado, abuso de sustancias, reacciones post-traumáticas, síntomas disociativos y crueldad hacia animales (McClellan, Adams, Douglas, McCurry, Storck,1995).
Precisamente, dada la tendencia a la reincidencia en los casos de crueldad con animales y dicha correlación con otros actos anti-sociales, ha pasado la primera votación la propuesta de Ley SB 1277 para elaborar un registro oficial de acusados de maltrato con animales, del mismo modo que se hace con los agresores sexuales (Megan's Law). Actualmente hay 9 Estados más en EEUU que están interesados en elaborar un registro similar. Recientemente, el condado de Suffolk y el de Rockland en Nueva York, han implementado el primer registro oficial de maltratadores de animales. [Universidad Internacional de Andalucía, 2011] 676
En noviembre del 2010 se presentó en el Congreso de la Asociación Americana de Criminología un estudio elaborado en Cataluña por los doctores Ángel Cuquerella (médico forense), Núria Querol (médico de familia del CAP de Valldoreix), Mercè Subirana (médico forense) y Frank Ascione (psicólogo y considerado uno de los mayores expertos mundiales en maltrato a los animales). El estudio realizado en Cataluña se basa en una muestra de 24 individuos mediante cuestionarios para evaluar el maltrato a los animales, y la PCL.SV para evaluar rasgos psicopáticos de personalidad y conductas antisociales. Se encontraron antecedentes de crueldad hacia los animales en un 41.7% de la muestra. A partir de otras conclusiones ofendidas del estudio, se desprende la conclusión de que se deben estudiar factores predictivos de la violencia futura (falta de empatía, enfermedad psiquiátrica, lesión cerebral, crueldad con animales, trastorno de los impulsos y/o retraso de la maduración esfinteriana) para entender el fenómeno de la interacción humana violenta. Los factores de riesgo o predictores de violencia pueden valorarse en el mundo de la violencia doméstica conyugal, contra los ancianos, los menores, o incluso contra los animales, utilizados muchas veces por los violentos de forma intimidatoria o manipulativa hacia los demás.
Teniendo en cuenta las numerosas evidencias que asocian el maltrato de animales con la violencia hacia los seres humanos, muchos gobiernos han tomado medidas para fortalecer sus leyes de protección de los animales, y en varios países las agencias de orden público y los organismos gubernamentales han aprobado políticas basándose en estas conclusiones. A modo de ejemplo: muchas jurisdicciones de Estados Unidos han implementado sistemas de intercambio de datos y de formación entre los servicios sociales y las organizaciones de bienestar animal. Por otra parte, el F.B.I. utiliza información sobre casos de maltrato de animales para buscar e identificar a delincuentes violentos. Se ha instruido a los trabajadores sociales sobre la necesidad de informar acerca de los casos de maltrato a animales, y la policía ha recibido entrenamiento para detectar signos de maltrato infantil y de violencia de género al investigar casos de maltrato de animales. Más recientemente, los servicios de protección a la infancia, las casas de acogida para mujeres maltratadas y las jefaturas de policía local, han comenzado a colaborar con veterinarios y con otras entidades que trabajan en el cuidado de los animales, utilizando los informes sobre casos de maltrato a los animales para identificar hogares donde se puede estar produciendo maltrato infantil o violencia contra la mujer. En España, las condenas son, en general, aún escasas (la certeza de la pena es una  de las características para disminuir la criminalidad), demasiado leves y no incorporan una evaluación psicológica ni la prohibición permanente de tenencia de animales ni de trabajar con éstos.
En los estados de Arizona SB 1057 o Virginia HB 1145 el veterinario deben notificar la sospecha razonable de maltrato por ley.
El Parlamento del Reino Unido elaboró hace un año un informe sobre cómo la violencia doméstica y el maltrato a menores supone un riesgo para los animales, cómo el maltrato a los animales para adultos supone un riesgo para otros miembros de la familia y cómo la crueldad hacia los animales afecta a los niños y adolescentes.
La crueldad hacia los animales en el contexto de los malos tratos domésticos tiene una dinámica psicológica que difiere de otras situaciones en que los animales también son víctimas del ser humano. En este caso, se trata principalmente de ejercer poder y dominación a través del chantaje: “Si no haces esto, mato al perro” o “ Si me dejas, le retuerzo el cuello al gato”. En ocasiones, la mujer ha escapado pero su pareja maltrata al animal que se ha quedado en el hogar con el fin de forzar su regreso y castigarla por haberse ido.

Descripción del Problema: Estudios
En tres estudios realizados en casas de acogida para mujeres maltratadas en Wisconsin y Utah, el 71% de las mujeres que tenían animales de compañía, afirmaron que su pareja (el maltratador) había amenazado, herido o matado a su animal y que en el 32% de los casos, los niños también habían herido o matado al animal de compañía. (Ascione 1995-1996 & 1998 y Quinlisk, 1995). Cabe destacar que entre un 20 y un 50% de las mujeres habían retrasado su marcha del hogar por miedo a que su pareja hiriera a su animal.
En un estudio de 111 mujeres maltratadas que buscaron refugio en Carolina del Sur, se vio que, de las mujeres con animales domésticos, en más de la mitad de los casos, la pareja había amenazado o maltratado a los animales (Flynn, Violence Against Women, Febrero 2000).
En Buffalo, New York en 1998, el departamento de policía y la protectora de animales encontraron que en un tercio de los hogares que presentaban denuncias de crueldad hacia animales, también las tenían de violencia doméstica.
En un estudio realizado en 50 mujeres que estaban en casas de acogida se concluyó que: el 66% de las mujeres afirmaron que su pareja había amenazado con maltratar al animal de compañía y que lo había hecho en la mitad de los casos. El 94% de mujeres dijo que su hubieran tenido un sistema de acogida de sus animales, hubieran escapado de sus hogares mucho antes. (1997 Paws for Kids en el Reino Unido).
Un estudio a nivel nacional para mujeres maltratadas del Dr. Frank Ascione (The Abuse of animals and Domestic Violence: A National Survey of Shelters for Women Who Are Battered” By Frank R. Ascione, Ph.D, Claudia V. Weber, M.S., and David S. Wood, Utah State University, Logan, Utah.) reveló datos muy interesantes:
-Las mujeres que acuden a su casa de acogida, ¿hablan de incidentes relacionados con maltrato a animales? 85.4%
 -Cuando llegan niños a la casa de acogida, ¿hablan de incidentes relacionados con maltrato a animales? 63.0%
 -En su experiencia en casas de acogida, ¿ha observado la coexistencia de violencia doméstica y crueldad hacia animales? 83.3%
-En su entrevista inicial con la víctima, ¿formula preguntas relativas a los animales? 27.1%
Es destacable el hecho de que, a pesar de que los trabajadores de los refugios reconocían que las mujeres maltratadas hablaban a menudo de los malos tratos a sus animales, hicieran en un porcentaje significativamente menor, preguntas relativas a ello. En consecuencia, se deduce la necesidad de implementar de manera más estandarizada una serie de preguntas al respecto. En un estudio publicado por el Departamento de Justicia de EEUU, se escogieron 100 mujeres maltratadas que acudieron a un refugio comparadas con otro grupo de mujeres no maltratadas los dos grupos tenían animales). El Dr. Ascione encontró que en el 54% de las mujeres maltratadas versus el 5% de las no maltratadas, la pareja había herido o matado a sus animales.
Estudio realizado por la Sociedad Protectora de Animales y la Coalición provincial para la Prevención de la Violencia de la provincia canadiense de Ontario: Número de casas de acogida (sólo provincia de Ontario): 21 Número de mujeres entrevistadas: 130 Número de mujeres que tienen animal de compañía: 80
 Del total de mujeres entrevistadas:
 -85% tenían un animal de compañía en el último año.
-49 mujeres (44% de las entrevistadas que tenían animal en el pasado año) afirmaron que su pareja había maltratado o matado uno o más de sus animales.
-47 mujeres (42% de las entrevistadas que tenían animal en el pasado año) reconocieron que su pareja había amenazado con herir o matar al animal.
-18 mujeres (16% de las entrevistadas que tenían animal en el pasado año) dijeron que otros miembros de la familia habían maltratado o matado uno de los animales.
-48 mujeres (43% de las entrevistadas que tenían animal en el pasado año) manifestaron su preocupación por el bienestar de sus animales, y que esto les había frenado para salir antes de la situación de maltrato.

Objetivos .
El objetivo general del proyecto "La prevención del abuso de los animales y la violencia doméstica" es comprender los factores subyacentes de este fenómeno y adquirir más conocimientos sobre los procesos de maltrato animal y la violencia doméstica en términos de prevención. Varios estudios ya muestran que el abuso a los animales es un predictor y un indicador de la violencia doméstica. Por otra parte, se quiere explorar de manera cualitativa el rol del animal de compañía, entendiéndolo como una sensación de apoyo emocional tanto para la mujer como para los hijos.

Metodología
Se ha realizado una primera recogida de casos de mujeres víctimas de violencia de género que hayan tenido o tengan animales de compañía de los diferentes servicios sanitarios de la zona Terrassa- Sant Cugat- Valldoreix. Los puntos de detección de casos han sido: el servicio de urgencias (atención primaria y Hospital), la consulta del médico especialista en medicina familiar, la consulta de psicología del CSMA, el grupo de terapia de víctimas de violencia de género del CSMA y 3 e-mails recibidos a nuestro grupo de investigación. El primer instrumento de screening es una sencilla batería de 4 preguntas que se incluyen en la hoja de registro de maltrato: “¿Tiene o ha tenido animales?”, “¿El maltratador ha amenazado con dañar o ha maltratado al animal?”, “En caso de tener hijos, ¿su hijo/a ha maltratado animales?”, “La preocupación por el bienestar de su animal, ¿le hace ser reticente a dejar el domicilio?”.

Resultados preliminares
Se han detectado en el último año 22 casos de mujeres víctimas de violencia que han tenido o tienen animales de compañía y 18 de éstas explican maltrato a los animales por parte del maltratador incluso delante de los hijos. El tipo de maltrato va desde golpes y patadas a la muerte. En dos casos, la mujer se ha quedado con el perro de una raza que no quería (la había escogido la pareja) y al estar poco socializados y tener poca capacidad de marcar límites, han sufrido mayor victimización. En un caso, un niño de 8 años con trastorno de conducta y antecedentes de maltrato infantil y violencia de género contra la madre, presentaba crueldad hacia los animales, enuresis, piromanía y bullying. En otro caso, una de las hijas de 23 años presentaba TLP y crueldad hacia los animales de la madre desde los 14 años. En dos casos, las mujeres se negaban a ir a una casa de acogida por no poder llevarse a sus animales de compañía. Excepto en un caso donde la mujer se quedó con dos perros del esposo y había escaso apego y socialización, el resto de mujeres expresó el apoyo emocional que les brindan sus animales de compañía.
Conclusiones
El chantaje a veces se utiliza en los casos de violencia de pareja y maltrato infantil, y los animales se ven amenazados por el maltratador con el fin de obligar a sus víctimas a la sumisión o el silencio; Para proteger a los animales y evitar que las mujeres retrasen la marcha del hogar, en 23 jurisdicciones de EEUU los animales se incluyen en las órdenes de alejamiento en casos de violencia doméstica.

(Fuente: The American Humane Association y The National Link Coalition)
 El maltrato a los animales en el contexto de la violencia doméstica es un campo de estudio novedoso y que nos proporciona valiosas informaciones para elaborar estrategias cuando debemos actuar para ayudar a las víctimas. Actualmente ya existen algunos estudios científicos que vierten cifras impresionantes y que deberían inspirar acuerdos de colaboración entre distintos grupos para resolver los casos de violencia doméstica desde todos los ángulos.
¿Por qué los maltratadores también son crueles hacia los animales?
-Demostración y confirmación de poder y control sobre la familia. -Aislamiento de la víctima y los hijos.
-Eliminación de la competencia por la atención.
 -Forzar a la familia a mantener un secreto.
 -Enseñar sumisión.
-Castigar los actos de independencia y autodeterminación. -Perpetuar el terror.
-Evitar que la víctima huya u obligarla a volver.
-Castigar a la víctima por haberse ido.
 -Degradación de la víctima implicándola en el abuso (el maltratador puede realizar actos de zoofilia obligando a la mujer y los niños a mirar).

¿Por qué debemos reconocer la crueldad hacia animales como un maltrato doméstico?
-Pone de manifiesto la deliberación en el maltrato, no es una enajenación transitoria ni una pérdida de control.
-El maltrato a animales y a niños están muy relacionados.
 -Es una herramienta utilizada por los maltratadores para controlar o coaccionar emocionalmente a la víctima.
-Amenazar, herir o matar animales puede indicar el potencial de aumento de la violencia o la letalidad.
-Las víctimas pueden retrasar su huida para proteger a sus animales.
 -Identificando a quien maltrata a un animal, se pueden detectar otras víctimas de la violencia en la familia.
-Las implicaciones que se derivan de estos estudios y observaciones están cristalizando en la creación de programas de protección para las víctimas de la violencia doméstica y sus animales, y se desarrollan con éxito en EEUU, Canadá y Reino Unido. En los cuestionarios y entrevistas a las mujeres maltratadas o en los indicadores de violencia ya empieza a aparecer el ítem que contempla la amenaza, el maltrato o muerte a los animales domésticos. A pesar de la introducción de estos necesarios y nuevos enfoques, la instauración de estos programas combinados de ayuda no es aún la norma.

¿Qué podemos hacer para ayudar a todas las víctimas de la violencia doméstica?
-Tomar muy seriamente los malos tratos a los animales.
 -Contactar con servicios de protección a mujeres y niños.
-Desarrollar programas interdisciplinarios entre las organizaciones protectoras de animales, las de prevención de violencia doméstica, las de protección a la infancia y otras similares.
 -Apoyar una legislación que proteja a los animales.
 -Desarrollar proyectos en nuestra comunidad para promover la empatía y la educación humanitaria.
-Colaborar con los refugios, los veterinarios, las residencias de animales, etc. para desarrollar programas de alojamiento de emergencia para animales…
(…)

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