Se cita
un extracto de la ponencia presentada en el Congreso organizado por la
Universidad de Andalucia en el año 2011 y que se encuentra en el link
(pag.669
/693 )
autores:
-Dra. Nuria Querol Viñas CAP Valldoreix, Passeig Olabarria s/n 08174, St. Cugat.MD,
BSc, MS Comisión de Lucha contra la violencia familiar y de Género, CAP Sant
Cugat-Valldoreix, American Society of Criminology, The National Link Coalition
-Frank Ascione PhD3 The National Link Coalition , Denver University
-Angel Cuquerella MD
Institut de Medicina Legal de Catalunya , MS
El papel de los
animales en la Violencia Doméstica
Resumen
Se ha iniciado un estudio sobre el
rol que ejercen los animales de compañía en el contexto de la violencia
doméstica desde el ámbito sanitario. Para cada caso detectado de violencia
(hasta el momento 22 que tengan animales) se ha realizado un cuestionario de
screening sobre el papel del animal de compañía para la mujer. En la mayoría de
casos, el maltratador también ha maltratado al animal incluso delante de los
hijos. En algunos casos, la mujer se ha quedado con el perro de una raza que no
quería y al estar poco socializados y tener poca capacidad de marcar límites,
han sufrido mayor victimización. En un caso, un niño de 8 años con trastorno de
conducta, presentaba crueldad hacia los animales, enuresis, piromanía y
bullying. En otro caso, una de las hijas de 23 años presentaba TLP y crueldad
hacia los animales de la madre desde los 14 años. En dos casos, las mujeres se
negaban a ir a una casa de acogida por no poder llevarse a sus animales de
compañía.
Contexto de partida.
El trato que concedemos a los otros
animales ha sido y es objeto de encendido debate, ya que una de las cuestiones
fundamentales que subyacen es hasta qué punto es ético utilizar a otros
animales como recursos por el mero hecho de pertenecer a una especie distinta a
la nuestra. No olvidemos que nuestra sociedad trata a otros seres sintientes,
con capacidad de experimentar placer y dolor, como si fueran objetos que han
sido creados para nuestro uso (Bekoff, 2003, 2004; Singer,1999; Lafora, 2004;
Regan, 2006). Por otra parte, la condena al trato cruel a los animales se ha
debido en otras ocasiones a un temor por la extensión del comportamiento
violento hacia la especie humana.
Santo Tomás de Aquino, si bien no
tenía una preocupación hacia el sufrimiento de los animales per se, recomendaba
la condena social al maltrato animal ya que —según él— “siendo crueles hacia
los animales, uno se acaba volviendo cruel hacia los seres humanos”.
En el siglo XVII, el filósofo John
Locke escribía “el acostumbrarse a atormentar y matar bestias, endurecerá
gradualmente las mentes hacia los hombres; y aquellos que se complazcan en el
sufrimiento y la destrucción de criaturas inferiores no serán aptos para ser
compasivos o benevolentes hacia aquellos de su propia clase” (1693, Sec.166).
Resulta particularmente interesante
la serie de grabados del artista británico William Hogarth (1697-1764) titulada
"Los Estadios de la Crueldad" (Shesgreen 1973). La prolífica y
detallada representación de diferentes actos de tortura hacia animales, que
finaliza en un asesinato (la novia del protagonista de los grabados, Tom Nero),
es una sugerente conexión que establece Hogarth entre el maltrato a los
animales y diversos factores sociales, con el desarrollo de otras conductas violentas
en el futuro.
El que es considerado padre de la
Psiquiatría en Francia, Pinel (s. XVIII), ya advertía de la conexión entre la
crueldad infantil hacia los animales y la posible futura violencia
interpersonal.
Más adelante, ya hacia 1920, se
publicó el libro The young delinquent, por Cyril Burt, recogiéndose como una de
las manifestaciones de comportamiento violento digna de ser tenida en cuenta,
la crueldad hacia los animales. Ya en el siglo XX, la reconocida antropóloga Margaret Mead (Mead, 1964) afirmaba que la
crueldad hacia los animales era un síntoma de una personalidad violenta que,
sin un diagnóstico a tiempo, podría conducir a “una larga carrera de violencia
episódica y asesinato”; aunque las primeras investigaciones sobre la relación entre la crueldad hacia
los animales y los humanos, tuvieron lugar hace 40 años.
Hace dos décadas, Arluke and Lockwood
(1997) destacaban la creciente sensibilización de la sociedad hacia otras
formas de violencia menos conocidas, expresando la necesidad de ampliarlos
estudios sobre el particular. Según Bryant (1979), la violación de las normas
relativas al trato humanitario de los animales “seguramente constituyen los
actos más ubicuos de entre los actos de desviación social”. Los animales son, a
menudo, uno de los sectores más desprotegidos y más susceptibles de ser
víctimas disponibles e indefensas, con escasa capacidad de respuesta, lo que,
al igual que a otro tipo de víctimas, les hace especialmente vulnerables (Berkowitz,
1996; Urra, 1997; Echeburúa, 2004). Los actos violentos cometidos con los
animales son contemplados como incidentes aislados (Flynn, 2000).
Actualmente, ocho Estados en EEUU
autorizan explícitamente en sus estatutos (relativos a la crueldad hacia
animales) las evaluaciones psicológicas o el tratamiento psiquiátrico. En
California, se exige la evaluación psicológica si se pide la libertad
condicional después de una condena por abuso a animales (Loar, 2000). En
Colorado, se exige evaluación psicológica a partir de la segunda ofensa, igual
que en Virginia Occidental.
En este sentido, destaca la reciente
encuesta elaborada por la empresa Ikerfel, en la cual el 84 por ciento de los
españoles encuestados cree que no se castiga el maltrato a los animales; aunque
las dificultades para hacer efectivas las leyes no son, ni mucho menos,
exclusivas de España (Iburg, 2000). Pese a las investigaciones, según apunta
Hensley (Hensley & Tallichet, 2005), no todos los sociólogos y criminólogos
han logrado entender por completo la importancia del maltrato a los animales,
tanto empírica como teóricamente (Agnew, 1998; Beirne, 1995, 1996, 1999).
Beirne (1995), por ejemplo, afirma que “muchos no ven que haya objeto de
estudio del abuso físico y psicológico a animales”. Frente a ello, Ascione (2001), uno de los más reputados
expertos, considera que el maltrato a los animales es “una forma significativa
de comportamiento agresivo y antisocial que podría añadir una pieza más al
puzzle del conocimiento y la prevención de la violencia juvenil”. Además,
como Lockwood y Ascione (1998) apuntaron, los actos de crueldad hacia animales
son considerados como penas menores (Flynn 2000), limitando la cantidad de
información sobre la naturaleza, extensión y dinámica de este tipo de crueldad.
Todas estas consideraciones sugieren que la crueldad hacia [Universidad
Internacional de Andalucía, 2011] 672 los animales constituye un fenómeno
complejo que requiere una investigación más pormenorizada.
La crueldad hacia los animales constituye uno
de los síntomas del trastorno de conducta, además de considerarse un criterio
diagnóstico fiable, aunque no exclusivo (Spitzer, Davies & Barkley, 1990).
En la versión posterior del DSM-IV
(1994), un trastorno de conducta era definido como un “patrón repetitivo y
persistente de comportamiento en el que los derechos básicos de los otros o las
normas sociales son violadas” con la presencia de tres o más criterios durante
los 12 últimos meses con uno, al menos, durante los últimos seis meses. De los
15 criterios, sólo el A5 está relacionado con la crueldad hacia los animales y
no ofrece una definición amplia de lo que se considera “crueldad”, lo cual
supone uno de los obstáculos en el estudio de este tema (Cuquerella, Querol
Viñas, Ascione, Subirana, 2003 y otros).
Hay pocos estudios hasta la fecha que
hayan examinado la prevalencia de crueldad infantil hacia los animales. En uno
de sus primeros trabajos, Tapia (1971) describió las historias de niños entre
cinco y 15 años derivados para evaluación. Su análisis encontró que los niños
participaban en varias formas de maltrato hacia los animales y que, seis años
más tarde, el 62% continuaba exhibiendo este comportamiento (Ringdon
&Tapia, 1977).
En otro estudio, se midió la cifra de
crueldad hacia los animales en una muestra de niños en clínicas de salud mental
y una muestra no clínica (Achenbach & Edelbrock, 1981), así como informes
maternos por la Child Behavior Checklist (CBCL).
La muestra clínica presentaba cifras
de 10-25% comparadas con el 5% de la muestra no clínica; mientras que las
investigaciones con menores (14-18 años) en régimen penitenciario revelaron
cifras del 14 al 22% (Ascione,1993).
Un estudio comparó las cifras y las
características de la crueldad hacia los animales en una muestra clínica y una
no-clínica (comunitaria) (Luk et al, 1999), resultando que la crueldad estaba
presente en casi un tercio de la primera y en un 1% de la segunda. Los investigadores vieron también que los
niños presentaban cifras más altas que las niñas, y que los niños crueles tendían
a mostrar, en mayor frecuencia y severidad, síntomas de trastorno de conducta,
pobre dinámica familiar y percepciones elevadas de sí mismos; por lo que se
sugiere la hipótesis de una asociación entre esta elevada autopercepción y
crueldad hacia los [Universidad Internacional de Andalucía, 2011] 673 animales
con la presentación de rasgos psicopáticos en la vida adulta (Frick,O’Brien,
Wooton & Mc Burnett, 1994).
En muestras de adultos crueles con
animales, se recogen a menudo historias de abusos sexuales en la infancia;
mientras que los adolescentes maltratadores de animales presentan una relación
parental, familiar y con compañeros más negativa que los no maltratadores
(Miller & Knutson,1997). La crueldad hacia los animales es más frecuente en
hogares con episodios de violencia doméstica y alcoholismo o abuso de otras
drogas por parte de los progenitores (Felthous &Kellert, 1987). Por tanto, la detección del maltrato al animal puede
ayudar también al descubrimiento de otros comportamientos violentos y hacer
posible una intervención más temprana.
Numerosas teorías sugieren que el
maltrato a los animales se desarrolla desde un contexto familiar violento y por
el hecho de ser testigo de actos violentos. La teoría del desarrollo del
aprendizaje del comportamiento anti-social de Patterson, DeBaryshe &
Ramsey’s (1989) sugiere que la conducta infantil de estos niños vendría
modelada por patrones parentales punitivos, la ausencia de habilidades sociales
y la falta de apego (Hoffman,1993; McCord, 1991). Los niños podrían emplear
estos patrones punitivos y de aversión para controlar a sus animales. Muchos
niños que son testigos de maltrato a animales por parte de una figura parental
acaban desarrollando también este comportamiento (Ascione, 1998; Boat, 1995).
La crueldad parental proporciona un modelo para los niños de comportamiento
inapropiado hacia los animales. Existen ejemplos de asesinos en serie que
podrían haber sufrido este proceso, como es el caso de Henry Lee Lucas, quien a
la edad de 10 años fue testigo de cómo el novio de su madre apuñalaba a una
ternera y abusaba sexualmente de ésta mientras estaba agonizando. A los 13 años
empezó a capturar pequeños animales y desollarlos aún con vida por diversión.
Sus primeras experiencias sexuales consistieron en la captura de animales y la
realización de rituales sexuales que incluían la tortura y la muerte
(Merz-Perez et al. 2001). Su escalada violenta progresó durante 30 años en los
que apuñaló, mutiló y asesinó a mujeres, siendo considerado uno de los asesinos
en serie más notorios de la criminología (Wright & Hensley, 2003).
Otro depredador sexual, Keith Hunter
Jesperson, relata entre sus primeras experiencias la tortura y muerte de
animales y de cómo su padre le exhortaba a ello. En unas declaraciones desde la
Oregon State Penitentiary explicaba el placer que le producía ver el miedo en los animales mientras los
torturaba y cómo llegó un momento en que matarlos no significaba nada,
empezando sus fantasías de experimentarlo con seres humanos. Existen datos
similares en otras biografías de asesinos en serie y de masas que torturaban
animales en su infancia.
De entre los asesinos en masa son
también estudiados los antecedentes de crueldad hacia animales en los casos de
Eric Harris y Dylan Klebold, Kip Kinkel, Mitchell Johnson y Andrew Golden,
Michael Carneal, Luke Woodham, Brenda Spencer, Lee Boyd Malvo, entre otros.
Felthous (1980) elaboró una
conceptualización psicoanalítica para explicar el impacto del maltrato parental
en el niño y la subsecuente crueldad de este hacia los animales. El niño
proyectaría su agresividad hacia su agresor a través del animal. “Una figura
parental abusiva se convierte en objeto agresivo de identificación y un modelo
de aprendizaje del comportamiento agresivo” (Felthous, 1980:175).
En uno de los casos ilustrativos,
después de que un niño fuera golpeado por su madre, se escondió en el porche
con su gato y lo estranguló hasta la muerte. Otros investigadores también han
encontrado datos que apoyan el fenómeno del desplazamiento de la hostilidad a
un animal en un entorno hostil (Boat, 1995; Schowalter, 1983). Alguna teoría
añade que existe algún factor en el contexto familiar que elimina el desarrollo
de la empatía. De este modo, la exposición a la violencia que conduzca a la
interferencia en el desarrollo de la empatía en el niño podría predecir un
comportamiento cruel hacia los animales.
La empatía y la autoestima se
consideran factores protectores con asociaciones negativas en la conducta antisocial,
que mediarían además los efectos de la impulsividad, el psicoticismo y la
búsqueda de sensaciones (Baron &Kenny, 1986; Romero et al., 1999b; Sobral,
J.,Romero, E., Luengo, A., Marzoa, J., 2000).
Flynn(1999) encontró que adolescentes
que maltrataban animales tenían más probabilidad de maltratar a sus parejas y
ejercer castigos corporales a sus hijos. Sugirió que haber cometido actos de
crueldad hacia los animales en la infancia podría haber conducido a la ausencia
de empatía y otras actitudes implícitas respecto al trato hacia niños o
cónyuge.
Numerosos estudios demuestran la
correlación entre crueldad con animales y diferentes trastornos psiquiátricos,
vandalismo y otros actos anti-sociales incluyendo violencia contra las
personas. [Universidad Internacional de Andalucía, 2011] 675 Los maltratadores
de animales presentan una mayor probabilidad de ser violentos con las personas
y de cometer delitos comunes. Según un amplio estudio (Arluke et al., Journal
of Interpersonal Violence, 1999), un maltratador de animales presenta cinco
veces más probabilidades de cometer crímenes violentos como agresiones físicas,
violaciones y asesinato; cuatro veces más de delinquir contra la propiedad; y
tres veces más de cometer delitos relacionados con las drogas.
Las investigaciones también establecen un vínculo especialmente estrecho
entre el maltrato a los animales y la violencia doméstica. Aquellos que
perpetran actos violentos contra animales son más proclives a cometerlos
también con sus cónyuges o sus hijos.
Gleyzer, Felthous, y Holzer (2002)
hallaron en sus investigaciones una relación entre el trastornoanti-social de
la personalidad y el hecho de tener antecedentes de crueldad hacia los
animales, por lo que recomendaron a los psicólogos clínicos la consideración del
estudio de la frecuencia, motivaciones, tipos de animales maltratados y
naturaleza del maltrato
En una muestra de violadores varones y pedófilos, se encontraron mayores
cifras de crueldad infantil hacia animales (Tingle, Barnard, Robbins,Newman
& Hutchinson, 1986) respecto de los no agresores sexuales. En este ámbito,
un estudio muy conocido (Ressler et al. 1998) concluyó que, en una muestra de
36 asesinos y agresores sexuales, el 36% habían cometido actos de crueldad
hacia los animales en la infancia, el 46% había sido cruel durante la
adolescencia y el 36% persistía en la conducta en la edad adulta. Asimismo, en una muestra de jóvenes
víctimas de abusos sexuales que presentaban enfermedad mental grave, se
observaron mayores cifras de comportamiento sexual inadecuado, abuso de
sustancias, reacciones post-traumáticas, síntomas disociativos y crueldad hacia
animales (McClellan, Adams, Douglas, McCurry, Storck,1995).
Precisamente, dada la tendencia a la
reincidencia en los casos de crueldad con animales y dicha correlación con
otros actos anti-sociales, ha pasado la primera votación la propuesta de Ley SB
1277 para elaborar un registro oficial
de acusados de maltrato con animales, del mismo modo que se hace con los
agresores sexuales (Megan's Law). Actualmente hay 9 Estados más en EEUU que
están interesados en elaborar un registro similar. Recientemente, el
condado de Suffolk y el de Rockland en Nueva York, han implementado el primer
registro oficial de maltratadores de animales. [Universidad Internacional de Andalucía,
2011] 676
En noviembre del 2010 se presentó en el Congreso de la Asociación
Americana de Criminología un estudio elaborado en Cataluña por los doctores
Ángel Cuquerella (médico forense), Núria Querol (médico de familia del CAP de
Valldoreix), Mercè Subirana (médico forense) y Frank Ascione (psicólogo y
considerado uno de los mayores expertos mundiales en maltrato a los animales).
El estudio realizado en Cataluña se basa en una muestra de 24 individuos
mediante cuestionarios para evaluar el maltrato a los animales, y la PCL.SV
para evaluar rasgos psicopáticos de personalidad y conductas antisociales. Se
encontraron antecedentes de crueldad hacia los animales en un 41.7% de la
muestra. A partir de otras conclusiones ofendidas del estudio, se desprende la
conclusión de que se deben estudiar factores predictivos de la violencia futura
(falta de empatía, enfermedad psiquiátrica, lesión cerebral, crueldad con
animales, trastorno de los impulsos y/o retraso de la maduración esfinteriana)
para entender el fenómeno de la interacción humana violenta. Los factores de
riesgo o predictores de violencia pueden valorarse en el mundo de la violencia
doméstica conyugal, contra los ancianos, los menores, o incluso contra los
animales, utilizados muchas veces por los violentos de forma intimidatoria o
manipulativa hacia los demás.
Teniendo en cuenta las numerosas evidencias que asocian el maltrato de
animales con la violencia hacia los seres humanos, muchos gobiernos han tomado
medidas para fortalecer sus leyes de protección de los animales, y en varios
países las agencias de orden público y los organismos gubernamentales han
aprobado políticas basándose en estas conclusiones. A modo de ejemplo: muchas
jurisdicciones de Estados Unidos han implementado sistemas de intercambio de
datos y de formación entre los servicios sociales y las organizaciones de
bienestar animal. Por otra parte, el
F.B.I. utiliza información sobre casos de maltrato de animales para buscar e
identificar a delincuentes violentos. Se ha instruido a los trabajadores
sociales sobre la necesidad de informar acerca de los casos de maltrato a
animales, y la policía ha recibido entrenamiento para detectar signos de
maltrato infantil y de violencia de género al investigar casos de maltrato de
animales. Más recientemente, los servicios de protección a la infancia, las
casas de acogida para mujeres maltratadas y las jefaturas de policía local, han
comenzado a colaborar con veterinarios y con otras entidades que trabajan en el
cuidado de los animales, utilizando los informes sobre casos de maltrato a los
animales para identificar hogares donde se puede estar produciendo maltrato
infantil o violencia contra la mujer. En España, las condenas son, en general,
aún escasas (la certeza de la pena es una de las características para disminuir la criminalidad),
demasiado leves y no incorporan una evaluación psicológica ni la prohibición
permanente de tenencia de animales ni de trabajar con éstos.
En los estados de Arizona SB 1057 o
Virginia HB 1145 el veterinario deben notificar la sospecha razonable de
maltrato por ley.
El Parlamento del Reino Unido elaboró
hace un año un informe sobre cómo la violencia doméstica y el maltrato a
menores supone un riesgo para los animales, cómo el maltrato a los animales
para adultos supone un riesgo para otros miembros de la familia y cómo la
crueldad hacia los animales afecta a los niños y adolescentes.
La crueldad hacia los animales en el contexto de los malos tratos
domésticos tiene una dinámica psicológica que difiere de otras situaciones en
que los animales también son víctimas del ser humano. En este caso, se trata
principalmente de ejercer poder y dominación a través del chantaje: “Si no
haces esto, mato al perro” o “ Si me dejas, le retuerzo el cuello al gato”. En ocasiones, la mujer ha escapado
pero su pareja maltrata al animal que se ha quedado en el hogar con el fin de
forzar su regreso y castigarla por haberse ido.
Descripción del Problema: Estudios
En tres estudios realizados en casas de acogida para mujeres maltratadas
en Wisconsin y Utah, el 71% de las mujeres que tenían animales de compañía,
afirmaron que su pareja (el maltratador) había amenazado, herido o matado a su
animal y que en el 32% de los casos, los niños también habían herido o matado
al animal de compañía. (Ascione 1995-1996 & 1998 y Quinlisk, 1995). Cabe
destacar que entre un 20 y un 50% de las mujeres habían retrasado su marcha del
hogar por miedo a que su pareja hiriera a su animal.
En un estudio de 111 mujeres maltratadas que buscaron refugio en Carolina
del Sur, se vio que, de las mujeres con animales domésticos, en más de la mitad
de los casos, la pareja había amenazado o maltratado a los animales (Flynn,
Violence Against Women, Febrero 2000).
En Buffalo, New York en 1998, el departamento de policía y la protectora
de animales encontraron que en un tercio de los hogares que presentaban
denuncias de crueldad hacia animales, también las tenían de violencia
doméstica.
En un estudio realizado en 50 mujeres que estaban en casas de acogida se
concluyó que: el 66% de las mujeres afirmaron que su pareja había amenazado con
maltratar al animal de compañía y que lo había hecho en la mitad de los casos. El 94% de mujeres dijo
que su hubieran tenido un sistema de acogida de sus animales, hubieran escapado
de sus hogares mucho antes. (1997 Paws for Kids en el Reino Unido).
Un estudio a nivel nacional para mujeres maltratadas del Dr. Frank
Ascione (The Abuse of animals and Domestic Violence: A National Survey of
Shelters for Women Who Are Battered” By Frank R. Ascione, Ph.D, Claudia V.
Weber, M.S., and David S. Wood, Utah State University, Logan, Utah.) reveló
datos muy interesantes:
-Las mujeres que acuden a su casa de acogida, ¿hablan de incidentes
relacionados con maltrato a animales? 85.4%
-Cuando llegan niños a la casa de
acogida, ¿hablan de incidentes relacionados con maltrato a animales? 63.0%
-En su experiencia en casas de
acogida, ¿ha observado la coexistencia de violencia doméstica y crueldad hacia
animales? 83.3%
-En su entrevista inicial con la víctima, ¿formula preguntas relativas a
los animales? 27.1%
Es destacable el hecho de que, a pesar de que los trabajadores de los
refugios reconocían que las mujeres maltratadas hablaban a menudo de los malos
tratos a sus animales, hicieran en un porcentaje significativamente menor,
preguntas relativas a ello. En consecuencia, se deduce la necesidad de
implementar de manera más estandarizada una serie de preguntas al respecto. En
un estudio publicado por el Departamento de Justicia de EEUU, se escogieron 100
mujeres maltratadas que acudieron a un refugio comparadas con otro grupo de
mujeres no maltratadas los dos grupos tenían animales). El Dr. Ascione encontró
que en el 54% de las mujeres maltratadas versus el 5% de las no maltratadas, la
pareja había herido o matado a sus animales.
Estudio realizado por la Sociedad Protectora de Animales y la Coalición
provincial para la Prevención de la Violencia de la provincia canadiense de
Ontario: Número de casas de acogida (sólo provincia de Ontario): 21 Número de
mujeres entrevistadas: 130 Número de mujeres que tienen animal de compañía: 80
Del total de mujeres
entrevistadas:
-85% tenían un animal de compañía
en el último año.
-49 mujeres (44% de las entrevistadas que tenían animal en el pasado año)
afirmaron que su pareja había maltratado o matado uno o más de sus animales.
-47 mujeres (42% de las entrevistadas que tenían animal en el pasado año)
reconocieron que su pareja había amenazado con herir o matar al animal.
-18 mujeres (16% de las entrevistadas que tenían animal en el pasado año)
dijeron que otros miembros de la familia habían maltratado o matado uno de los
animales.
-48 mujeres (43% de las entrevistadas que tenían animal en el pasado año)
manifestaron su preocupación por el bienestar de sus animales, y que esto les
había frenado para salir antes de la situación de maltrato.
Objetivos .
El objetivo general del proyecto
"La prevención del abuso de los animales y la violencia doméstica" es
comprender los factores subyacentes de este fenómeno y adquirir más
conocimientos sobre los procesos de maltrato animal y la violencia doméstica en
términos de prevención. Varios estudios
ya muestran que el abuso a los animales es un predictor y un indicador de la
violencia doméstica. Por otra parte, se quiere explorar de manera
cualitativa el rol del animal de compañía, entendiéndolo como una sensación de
apoyo emocional tanto para la mujer como para los hijos.
Metodología
Se ha realizado una primera recogida
de casos de mujeres víctimas de violencia de género que hayan tenido o tengan
animales de compañía de los diferentes servicios sanitarios de la zona
Terrassa- Sant Cugat- Valldoreix. Los puntos de detección de casos han sido: el
servicio de urgencias (atención primaria y Hospital), la consulta del médico
especialista en medicina familiar, la consulta de psicología del CSMA, el grupo
de terapia de víctimas de violencia de género del CSMA y 3 e-mails recibidos a
nuestro grupo de investigación. El primer instrumento de screening es una
sencilla batería de 4 preguntas que se incluyen en la hoja de registro de
maltrato: “¿Tiene o ha tenido animales?”, “¿El maltratador ha amenazado con
dañar o ha maltratado al animal?”, “En caso de tener hijos, ¿su hijo/a ha
maltratado animales?”, “La
preocupación por el bienestar de su animal, ¿le hace ser reticente a dejar el
domicilio?”.
Resultados preliminares
Se han detectado en el último año 22
casos de mujeres víctimas de violencia que han tenido o tienen animales de
compañía y 18 de éstas explican maltrato a los animales por parte del
maltratador incluso delante de los hijos. El tipo de maltrato va desde golpes y
patadas a la muerte. En dos casos, la mujer se ha quedado con el perro de una
raza que no quería (la había escogido la pareja) y al estar poco socializados y
tener poca capacidad de marcar límites, han sufrido mayor victimización. En un
caso, un niño de 8 años con trastorno de conducta y antecedentes de maltrato
infantil y violencia de género contra la madre, presentaba crueldad hacia los
animales, enuresis, piromanía y bullying. En otro caso, una de las hijas de 23
años presentaba TLP y crueldad hacia los animales de la madre desde los 14
años. En dos casos, las mujeres se negaban a ir a una casa de acogida por no
poder llevarse a sus animales de compañía. Excepto en un caso donde la mujer se
quedó con dos perros del esposo y había escaso apego y socialización, el resto
de mujeres expresó el apoyo emocional que les brindan sus animales de compañía.
Conclusiones
El chantaje a veces se utiliza en los
casos de violencia de pareja y maltrato infantil, y los animales se ven
amenazados por el maltratador con el fin de obligar a sus víctimas a la
sumisión o el silencio; Para proteger a los animales y evitar que las mujeres
retrasen la marcha del hogar, en 23 jurisdicciones de EEUU los animales se
incluyen en las órdenes de alejamiento en casos de violencia doméstica.
(Fuente: The American Humane
Association y The National Link Coalition)
El
maltrato a los animales en el contexto de la violencia doméstica es un campo de
estudio novedoso y que nos proporciona valiosas informaciones para elaborar
estrategias cuando debemos actuar para ayudar a las víctimas. Actualmente ya
existen algunos estudios científicos que vierten cifras impresionantes y que
deberían inspirar acuerdos de colaboración entre distintos grupos para resolver
los casos de violencia doméstica desde todos los ángulos.
¿Por qué los maltratadores también son crueles hacia los animales?
-Demostración y confirmación de poder
y control sobre la familia. -Aislamiento de la víctima y los hijos.
-Eliminación de la competencia por la
atención.
-Forzar a la familia a mantener un secreto.
-Enseñar sumisión.
-Castigar los actos de independencia
y autodeterminación. -Perpetuar el terror.
-Evitar que la víctima huya u
obligarla a volver.
-Castigar a la víctima por haberse
ido.
-Degradación de la víctima implicándola en el
abuso (el maltratador puede realizar actos de zoofilia obligando a la mujer y
los niños a mirar).
¿Por qué debemos reconocer la crueldad hacia animales como un maltrato
doméstico?
-Pone de manifiesto la deliberación
en el maltrato, no es una enajenación transitoria ni una pérdida de control.
-El maltrato a animales y a niños
están muy relacionados.
-Es una herramienta utilizada por los
maltratadores para controlar o coaccionar emocionalmente a la víctima.
-Amenazar, herir o matar animales
puede indicar el potencial de aumento de la violencia o la letalidad.
-Las víctimas pueden retrasar su
huida para proteger a sus animales.
-Identificando a quien maltrata a un animal,
se pueden detectar otras víctimas de la violencia en la familia.
-Las implicaciones que se derivan de estos estudios y observaciones están
cristalizando en la creación de programas de protección para las víctimas de la
violencia doméstica y sus animales, y se desarrollan con éxito en EEUU, Canadá
y Reino Unido. En
los cuestionarios y entrevistas a las mujeres maltratadas o en los indicadores
de violencia ya empieza a aparecer el ítem que contempla la amenaza, el
maltrato o muerte a los animales domésticos. A pesar de la introducción de
estos necesarios y nuevos enfoques, la instauración de estos programas
combinados de ayuda no es aún la norma.
¿Qué
podemos hacer para ayudar a todas las víctimas de la violencia doméstica?
-Tomar muy seriamente los malos tratos a los animales.
-Contactar con servicios de
protección a mujeres y niños.
-Desarrollar programas interdisciplinarios entre las organizaciones
protectoras de animales, las de prevención de violencia doméstica, las de
protección a la infancia y otras similares.
-Apoyar una legislación que
proteja a los animales.
-Desarrollar proyectos en nuestra
comunidad para promover la empatía y la educación humanitaria.
-Colaborar con los refugios, los veterinarios, las residencias de
animales, etc. para desarrollar programas de alojamiento de emergencia para
animales…”
(…)
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