'Situación de la niñez en Colombia, atroz pero no nueva'
Cuadros creó hace 25 años la primera ONG del país para prevenir el maltrato infantil.
No fue por azar que Isabel
Cuadros Ferré, médica psiquiatra de la Universidad del Valle, recién graduada,
en los años 80, decidió que orientaría su carrera a la prevención del maltrato
infantil, cuando este era un asunto del que poco se hablaba fuera de las cuatro
paredes del hogar.
Lo que determinó su compromiso
fue la muerte de Jenny, una niña de dos años, en Cali. Llegó al hospital con 39
fracturas. Una vez diagnosticada, fue devuelta a su casa, porque el médico que
la atendió no supo detectar las huellas de la violencia en su cuerpo. Cuando
retornó, meses más adelante, nada se pudo hacer para salvarla. Desde entonces
no ha habido un solo día en que no se dedique a hacer cuanto esté a su alcance
para prevenir o erradicar el maltrato infantil en el país.
Creó hace 25 años la Fundación
Afecto, la primera organización no gubernamental en ocuparse del problema.
Isabel es dulce, de risa fácil, pero fuerte y corajuda para defender a la
infancia de los “lobos” que la asechan y para ayudar a los padres, a la
comunidad educativa, a sus colegas y al Estado, a morigerar o acabar con todo
aquello que aleje a los niños de la alegría y el bienestar.
¿Cómo califica la situación que
está viviendo la niñez en el país?
Atroz, pero no es nueva. Y si
las marchas lo hacen sentir mejor a uno, pues que salgamos todos a marchar y en
todo el país, pero se necesitan acciones propositivas. Desde la Fundación
Afecto estamos proponiendo un cambio en la política pública. Es urgente crear
una unidad intersectorial de crímenes contra los niños. El FBI, en Estados
Unidos, tiene absolutamente control sobre esta problemática: si un niño no
aparece en las primeras 24 horas o aparece muerto, se pone en marcha un
operativo para encontrar al menor o detener a los responsables del crimen.Aquí
se esperan 72 horas para ver si el niño se perdió jugando. Como es obvio, esta
práctica no consulta la realidad: la violencia nos muestra que el niño no se
fue a jugar. Las niñas de Suba, que jamás fueron encontradas (una historia de
hace 15 años) y algunos otros casos nos indican que la respuesta del Estado
tiene que ser más rápida y ser interdisciplinaria. Investigar los crímenes
contra los niños es muy distinto que investigar los crímenes contra los
adultos.
De manera que las marchas están
muy bien y las lágrimas también, pero hay que hacer política pública.
¿Considera que la situación de
violencia contra los niños se ha agudizado?
Se han multiplicado casos sobre
los que no se tiene explicación. Lo que Jung describía como sincronismos: cosas
que pasan al mismo tiempo y nadie sabe por qué.
En la Fundación Afecto, en el
Hospital La Misericordia, en el programa que tenemos con Bienestar Familiar lo
que vemos con frecuencia son fracturas de cráneo de bebés menores de un año,
fracturas en los huesos largos, quemaduras, abuso sexual. En esta época ha
habido una racha, y digamos que uno no encontraría una razón científica que la
explique. Y aunque tenemos un nivel basal de violencia sobre los niños muy
alto, me molestan esos titulares que dicen que el país no quiere a sus niños:
el país somos todos, y aquí estamos las ONG, como nosotros, trabajando porque
las cosas mejoren y millones de personas buenas que jamás han hecho ni harían
un acto de violencia contra un menor. La mayoría de los padres y madres de este
país quieren a sus hijos, a sus nietos, a sus sobrinos. Es muy arriesgado que
se globalice, desde el punto de vista siquiátrico, y se decida que todo un país
es violento. No es cierto. Jamás ha sido cierto. Esos titulares están haciendo
mucho daño porque están diciendo a los violentos que todos somos iguales a
ellos.
Algunos de sus colegas
sostienen que si una persona es maltratada en la infancia va a ser un adulto
maltratador. ¿Qué opina?
No necesariamente. Las líneas
de investigación lo que muestran es que hay un porcentaje importante de esas personas
que han sido maltratadas, violentadas, victimizadas sexualmente que crecen con
secuelas que podrían repetir ese patrón. Es el ejemplo de Garavito, el abusador
sexual. Pero hay otras personas que son resilientes. La mayor parte de las
víctimas por abuso sexual son mujeres, y uno no ve que esas mujeres estén
victimizando a los hijos. Si fuera cierto que cuando a uno lo maltratan, cuando
en la infancia se viven situaciones violentas, esas personas crecen para
maltratar y odiar no tendríamos esperanza para la especie humana, porque hay
una cantidad de niños victimizados.
¿Tenemos un factor de violencia
hereditario en el país?
Parte de lo que sucede es
porque hemos sufrido grados de violencia social altos desde hace muchos años.
Venimos de una colonización salvaje. Muchas de las tribus indígenas que
habitaban este territorio eran terriblemente violentas, y de ahí para adelante
ha habido pocos períodos de calma. Pero, más que un factor hereditario, quiero
resaltar que la falta de atención en salud mental es gravísima en niños que han
sido violentados. Solo ahora ha comenzado a hacerse tratamiento siquiátrico.
¿Se refiere a los menores
desplazados, que presenciaron masacres, asesinato?
Sin duda. Lo que sabemos hoy es
que los altos niveles de cortisol que se producen en el estrés crónico generan
daños en el cerebro, muchas veces irreparables. La buena noticia en este
panorama es que mientras el niño tenga una madre, un padre, unos abuelos que lo
estén cuidando con amor, el niño sobrevive y se desarrolla bien.
Tenemos que ampliar la
capacidad para poder atender los casos de hoy y lo que vendrá en el
posconflicto: personas severamente victimizadas que no han tenido la
oportunidad de conversar con nadie, que no han sido atendidas desde el punto de
vista sicológico. Se deben tomar medidas de reparación, acciones para recuperar
su salud mental, sobre todo en los niños más pequeños.
La pobreza es un factor de
riesgo especialmente para abuso físico, para abuso por negligencia. Los niños
de clase alta están expuestos a otros riesgos; por ejemplo, con el uso del
computador. En las redes sociales prolifera la prostitución, la pornografía;
abundan los pedófilos. Los pobres no tienen acceso a esa tecnología en la casa.
La norma internacional dice que un niño menor de 12 años no puede permanecer
solo. Imaginemos qué pasaría en el país si esta disposición se aplicara.
¿Qué otros peligros asechan a
los niños en el país?
Las personas que los rodean.
Las familias deben saber que tanto en el abuso físico como sexual, en todos
estos homicidios que han ocurrido, donde el niño ha sufrido desmembración y
abuso sexual y luego la muerte, los responsables han sido personas del entorno
del menor. Hay que tener cuidado con quienes tienen acceso al niño. Hay
esforzarse por cambiar la mentalidad de que los niños son los hacen los
mandados de la casa. No hay que mandarlos a la calle. La calle es peligrosa. Si
usted como adulto no está seguro en la calle, qué le hace pensar que para su
niño sí hay seguridad.
A los niños les puede ocurrir
lo mismo que le pasó a Caperucita, que la mamá la manda al bosque a sabiendas
que en el bosque hay lobos. Eso es lo que hacemos en Colombia al mandar a los
niños a la calle, con ingenuidad y falta de prevención. Hay muchas personas
esperando a los niños que son vulnerables. Y, ¿cuál es el niño vulnerable? Uno
que no sabe que los adultos pueden ser peligrosos, abusadores sexuales. Un niño
carente de afecto y de cosas materiales fácilmente puede ser seducido.
¿Se podría afirmar que los
victimarios cambiaron su objetivo de retaliación? ¿Ya no serían las mujeres las
víctimas, sino los menores?
Es mucho más fácil matar niños
que adultos. En la guerra de la antigua Yugoeslavia se mató a muchos niños. Si
yo quiero vengarme de alguien, le mato a sus hijos. Es lo que pasa con los
animales cuando se está de caza, se escoge el animal más débil de la manada:
una leona o una loba que atienden sus crías son presas fáciles. El asesinato de
los niños Vanegas Grimaldo en el Caquetá es una situación de todo nueva y
distinta. Hubo una venganza, muy extraña por el nivel de pobreza que exhibe esa
familia, por las condiciones en que vivían y donde vivían los niños. Situación
muy distinta a la del caso de La Vega (Cundinamarca), donde sin duda el
objetivo era el niño y se le desmiembra.
En el caso del asesinato de los
niños del Caquetá, se habla de falla de la Fiscalía. ¿Qué opina?
Tengo que decir en defensa de
las autoridades judiciales que la evaluación del riesgo en estos casos es muy
difícil. Muy difícil que las autoridades pudieran predecir qué iban a hacer los
asesinos, retrospectivamente hablando. Y aunque hubo amenazas, no es el caso
típico del asesinato de niños. Lo que no sabemos, y seguramente nunca sabremos,
es por qué ese desplazamiento de agresión, que iba dirigida a los padres,
terminó en contra de los hijos. Repito, unos niños que vivían en unas
condiciones lamentables.
¿Cómo se puede detectar y
prevenir la agresión?
La violencia asecha. Hay que
tener el ojo entrenado. En el maltrato infantil hay que actuar sobre la
sospecha. Si no se actúa sobre la denuncia, puede haber un muerto cuando
lleguen las autoridades a investigar.
Hay otro punto muy importante
para tener en cuenta y es que las personas que denuncian el maltrato tienen que
estar protegidas. Qué hacemos con las personas que detectan el abuso sexual y
que sufren retaliaciones tanto en lo jurídico como en la parte criminal, pues
lo primero que hay que hacer es proteger a las personas que trabajamos en
defensa de los niños. Si Bienestar Familiar tiene un defensor de familia que
está tomando decisiones, se le tiene que proteger. En la actualidad se deja a
las personas que defienden a los niños muy expuestas, de carne de cañón, a los
abusadores. Proteger a las personas que trabajan en defensa de los niños debe
ser otra de las consignas. Menos escándalo y más acción.
¿Podría hablar sobre la
violencia verbal, esa que es más sutil?
Muchos niños prefieren una
palmada a una humillación, y entiéndase bien, no estoy abogando por las
palmadas, pero también prefiero una palmada a una humillación. La humillación
es lo que más agrede a un ser humano. Las palabras y el tono de las mismas
crean realidades: usted no es valioso o usted no me sirve o usted no va
aprender, o quítese de aquí que me estorba. El niño va interiorizando esas
frases y crecerá con dolores que muchas veces se evidenciarán en
comportamientos agresivos o en depresión o en ganas de no vivir.
La crianza moderna predica que
es el afianzamiento de las cosas buenas que hacen los niños lo que trae mejores
resultados en el proceso educativo y formativo. Se consiguen muchas más cosas
con miel que con vinagre.
Quedan muchas cosas en el
tintero. Pero ¿cuál sería la que cree más importante ahora?
Uno les oye decir a muchas
personas que Colombia es el país más violento de mundo, en el que más matan a
sus niños, y eso no es así. Sí hay un porcentaje de desalmados, muy bajo diría
yo. Porque la mayor parte de nosotros daríamos la vida por nuestros hijos. Son
muy inapropiados esos titulares que generalizan, como si todos fuéramos
iguales. Por una parte, se les entrega a los malos una patente de corso para
que sigan delinquiendo: “Si todos somos violentos, pues sigamos”. Y, por otro
lado, la problemática se vuelve inabordable.
Si las 48 millones de personas
todas son maltratadoras con los hijos, apague y vámonos. En cambio, si se envía
el mensaje de que solo un sector mínimo de la población son unos desalmados,
que responden a unas condiciones sociales específicas, a unos comportamientos
patológicos de violencia, agregados a negligencia estatal, en donde seguramente
no hubo atención oportuna, se estará trabajando en una dirección más acertada y
exigiendo política pública para desarmar a esas minorías. Como psiquiatra y
como defensora de la niñez, mal haría en negar la problemática de la violencia
actual, que necesita intervención urgente en salud mental.
MYRIAM BAUTISTA.
Especial para EL TIEMPO
Especial para EL TIEMPO
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DEBATE EN TELEVISION AÑO 20013 SOBRE VIOLENCIA CONTRA LAS
MUJERES.-
Panelistas:
DEBATE EN TELEVISION AÑO 20013 SOBRE VIOLENCIA CONTRA LAS
MUJERES.-
Panelistas:
Gloria Stella Diaz : abogada y política colombiana, fue
Representante a la Cámara por Bogotá de 2006 a 2014 por el Movimiento
MIRA,
Isabel Cuadros
: Psiquiatra especialista en maltrato infantil. Creadora de la Fundacion Afecto
Isabel Londoño:
Dir.Ejecutiva Fundacion Mujeres por Colombia.Coordinadora de la Comisión
de Mujeres del Congreso de Colombia de 2006-2009.
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