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jueves, 11 de noviembre de 2021

"No creer" - La mordaza para niñas y niños víctimas de abusos sexuales

 "Seré yo el culpable?" La trágica pregunta-conclusión a la que había llegado ese niño de diez años ante la perito psicóloga y cuya infancia fue signada por reiterados abusos sexuales de distintos adultos frente a su notable orfandad de amor y cuidado.

Cuando no hay mirada protectora y afectiva sobre un niño quedará expuesto a los atropellos más impensados; terreno fértil para el maltrato y los actos perversos sobre su pequeño cuerpo. Ese niño, como tantos niños y niñas que se preguntan hoy lo mismo. No ser creídos cuando pueden expresarlo es llevarlos no solo al territorio del perverso, sino poner sobre si mismos el espejo de culpabilidad que destruirá su autoestima. Si no creo en mí,en lo que estoy sintiendo; ¿soy culpable? Y allí el arma del perverso: ¡quien te va a creer!.

Esta desacreditación de la palabra de niñas y niños cuando se instala en la Justicia genera efectos inconmensurables. No se dimensiona lo que significa la escucha receptiva del funcionario judicial que valide aquello que ha podido expresar en palabras, gestos, dibujos, juegos y actúe en consecuencia con contundencia desde el rol que le corresponde. Hoy es ese niño, esa niña; en esa infancia  la semilla de su futuro adulto; hoy es su mañana.

La experiencia me ha mostrado desde mi rol como jueza que ha significado en la vida de niños y niñas el haber sido creídos y protegidos desde el sistema de justicia. Y he podido observar (por el privilegio de los años en la función y la inmediatez) como quienes en su infancia fueron abusados sexualmente por un padre sin que hubiera condena penal, ni validación de su palabra, entran muchas veces en un camino de vida marcado por la angustia y la desorientación que no les permite proyectarse, no pueden ver hacia donde avanzar.

La condena penal y social es para una víctima de abusos sexuales no una revancha, sino una puerta para la paz interior, un inicio a otra etapa de su vida. Por tal razón también son delitos que debieran ser imprescriptibles, lesionan al humano en su estructura psicológica, emocional, existencial para toda su vida si no hubo contención familiar, justicia, recuperación afectiva. Los agresores de niños y niñas se esconden especialmente en los entramados familiares.

La "familia", pantalla social que puede dar impunidad y omnipotencia a un adulto siniestro violento, perverso frente al infante. Niños y niñas, criaturas mágicas, amorosas, confiadas; están allí a disposición del adulto en cuerpo y alma. Nacen con el amor como su idioma esencial y por eso se brindan con ternura, alegría; son nuestra única posibilidad para construir una mejor humanidad, una historia humana sin violencia, sin mentiras, sin perversión.

Estaba sentado frente a mí, desgarbado, mal entrazado, tan frágil en ese asiento, aun con sus veinte años, todo fue dolor en su vida desde que su padre abusó sexualmente de él y aun hoy sigue impune; poderoso circula por la ciudad que ambos comparten. El no pudo, quedó atrapado en esa infancia desgarrada. Como ese joven otros mirando un pasado donde no fueron creídos en la justicia y por lo tanto en la sociedad. Les queda sólo el dolor y la culpabilidad frente a quien los dañó sin consecuencia alguna. Creer en su palabra es darles la posibilidad de JUSTICIA. Por eso si vamos a hablar de abuso sexual en la infancia empecemos por creer su palabra, como un estandarte de justicia, para que nunca más pueda dudar de lo que sintió, para que sean delitos imprescriptibles, para que quien lo dañó tenga condena y no pueda decir: ¿seré yo culpable?

“¡No ves que no sos nada! ¿Quién te va a creer?”    Si la Justicia sigue siendo ciega a este inmenso dolor de tantos niños y niñas al dejar impune el delito que mato sus infancias, al no creerles, será cómplice”(1)

por GRACIELA D. JOFRÉ*

10 de Noviembre de 2021

www.saij.gob.ar

Id SAIJ: DACF210198

[i]                                                                                                                                                                                                                                                


*) Graciela Dora Jofré, Abogada y Escribana recibida en la Universidad Nacional de La Plata, Buenos Aires, Argentina (1974-1978). Jueza a cargo del Juzgado de Paz Letrado de Villa Gesell, Buenos Aires, Argentina desde el año 1996 hasta la fecha

 

(1)Jofre,G."Niñas y niños en la Justicia. Abuso sexual en la infancia.Buenos Aires (2016) Ed.Maipue.pg.114)

 


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