“… Sigmund
Freud, el padre del Psicoanálisis, definió lo
siniestro como aquella vivencia que surgiría frente a “lo familiar que se
vuelve extraño”, vivencia que experimentan todos los niños y niñas víctimas de malos
tratos por parte de sus padres, víctimas de incesto y de abuso sexual
intrafamiliar, y también las mujeres victimas de la violencia en la pareja. La
vivencia de lo siniestro surge en la psiquis como efecto de situaciones tales
como: que la misma mano que acaricia es la que golpea; que quien tendría que
cuidar, es quien castiga, maltrata y amenaza de muerte; y que el sitio – el hogar-
donde se acude en búsqueda de protección, de acuerdo con encuestas
internacionales, sea el más peligroso para la salud y también para la vida.
Para la psiquis, poder negar esto es así – lo siniestro- es tranquilizante y actúa
como mecanismo de defensa frente a la indefensión que implicaría aceptar estas
circunstancias. Esta negación ha sido la que permitió -y permite- que durante
siglos se considerase que los delitos que sucedían en el interior de la familia
fuesen considerados privados y
asuntos íntimos donde nadie podía interferir. De igual forma, negar que el mal
pueda ser ejercido por seres comunes -tal como describe Hanna Arendt en su
texto- idénticos a cualquiera de nosotros/as en apariencia y hasta en la vida cotidiana,
es algo a lo cual tiende la mayoría de las personas en un intento por sentirse
a resguardo, para creer que es posible prever y prevenir lo siniestro.”
SONIA
VACCARO (Vaccaro-Barea Payueta “El pretendido Síndrome de Alienación Parental” pg.150)
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