(Articulo publicado 8 de agosto de 2013 en Diario Pagina 12 :(http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/las12/13-8237-2013-08-11.html
Graciela Dora Jofre, jueza de Paz de
Villa Gesell, reflexiona sobre la importancia de erradicar la utilización del
Síndrome de Alienación Parental (SAP) en casos de presunto abuso sexual
infantil por parte de los padres, y advierte sobre la necesidad urgente de
implementar la perspectiva de género en todos los ámbitos de la Justicia.
Imagen: Ricardo Stinco
“Era un juego, vos consentiste”, dijo mi padre cuando,
a los 30 años, lo saqué a la luz por fin. (M)
***
En la
entrevista realizada con el niño se da esta transcripción de la misma:
“... Quiere
lavarse las manos y lo acompaño. Al regresar del baño, se sienta en un rincón,
toma los dos muñecos de la caja y, observándolos, pregunta si se les puede
sacar la ropa a ambos (Barbie y muñeco varón). Intenta desvestir a la muñeca,
luego me pregunta si se puede sacar la ropa del muñeco. Me explica las
diferencias entre ambos... Su actitud cambia, habla más pausado, y su rostro
toma un tono más serio. Se mantiene unos minutos, observando los muñecos e
intentando desvestirlos y preguntándome acerca de cómo sacarles la ropa a
ambos. Y dice: ‘¿Hablamos ahora?
Psic.: Bueno,
¿de qué querés hablar?
T.: Mi papa me
tocó el culo.
Psic.: ¿Fue una
palmadita, como dan a veces los padres? (le hago el gesto sobre el muñeco).
T.: No.
Psic.: ¿Qué
hizo?
T.: Me metió la
mano adentro’.”
***
Confesiones
como éstas aparecen tras años de silencio o de falta de credibilidad por parte
del núcleo más cercano de las víctimas de abuso sexual. Lo más usual suele ser
la confesión a un amigo/a, a la madre o, en las edades más tempranas, a un
docente. En los últimos diez años, el incremento del uso de las redes sociales
y el eco en los medios de comunicación en Argentina ha sido una válvula de
escape de confesiones, de difusión y concientización contra este tipo de
abusos, aunque a la par se hayan incrementado la pedofilia o el consumo de
pornografía infantil. Lamentablemente, el secreto silenciado –tanto mental como
corporalmente– rara vez sale a la luz en los primeros años de vida. La compleja
relación entre abusado y abusador suele dificultar que el niño/a o adolescente
cuente lo padecido. Abuso de poder y sentimientos ambiguos se mezclan y es allí
donde se requiere de ayuda y de contención.
Graciela Dora
Jofre es oriunda de Quilmes, se recibió de abogada en 1978 en La Plata, en
medio de la última dictadura militar. Luego, al formar su familia (es madre de
dos varones) decidió radicarse en Villa Gesell. Allí, hace 17 años que es jueza
en el Juzgado de Paz. En los últimos nueve años se ha interesado y formado
sobre el Abuso Sexual Infantil (ASI), el incesto y la violencia de género en el
marco de procesos de familia.
Ahora estamos más acostumbradas a que las mujeres
ocupen puestos importantes de poder. En tu caso, en el ámbito judicial, ¿cómo
describirías tu experiencia?
–La describiría
como un proceso de crecimiento. En la ciudad han aumentado los casos
focalizados en Derecho de Familia y de violencia de género, aunque también
fuera de la ciudad, además de que casos concretos me llevaron a profundizar en
abuso sexual infantil e incesto. Esto me obligó a formarme al respecto a través
de otras disciplinas más allá de lo jurídico, como la psicología, por ejemplo.
En 2005 tuve un caso que me marcó mucho. En medio de un proceso de familia
apareció un caso de incesto. A raíz de esta experiencia aprendí que más allá de
lo que una pueda inferir o intuir se debe tener mucho cuidado a la hora de
juzgar. Así comencé a leer a expertos como Irene Intebi, presidenta de la
Sociedad Internacional para la Prevención de Abuso Sexual Infantil (Ispcan, por
sus siglas en inglés,) quien escribió El abuso sexual en las mejores familias,
o al juez Carlos Rozanski.
¿Aumentaron también las denuncias de madres que se han
animado a contar lo padecido tanto ellas como sus hijos y solicitar su defensa?
–Sí. La
reacción natural de la madre cuando la criatura logra relatar la experiencia
incestuosa genera un trauma y muchas veces tiende a minimizarlo o negarlo. Pero
cuando esa madre cree el relato del niño/a y recurre a la Justicia, lo que
pretende es protección, porque sola no puede. Cuando hablo de Justicia, me
refiero no sólo a jueces, sino también a abogados o asesores que generalmente
estigmatizan a las madres y a sus hijos, se desconfía de las denuncias y
padecen largos calvarios. ¿Te suena a otras épocas de la Argentina y a otras
madres? Lo más terrible es que se debe privilegiar el bienestar del niño/a como
lo indica el derecho al “Interés superior de niñas y niños”. Entre otras
garantías, ellos tienen derecho a ser oídos, a expresar su opinión libremente y
a ser asistidos por un abogado que represente sus intereses en particular.
Cuando el niño logra hablar (y a veces no lo hacen en la niñez, sino ya en su
adultez) generalmente lo hace a alguien en quien confía, sea un docente, un
psicólogo, un familiar. Irene Intebi dice que “el abuso sexual infantil es un
balazo psíquico”. Por lo tanto la figura del abusador se vuelve depredadora del
aparato psíquico del niño y es mucho más traumático cuando el abusador es el
padre o un familiar cercano.
Además, la familiaridad con el abusador suele generar
ambigüedad en el niño/a, que puede por un lado despreciar lo padecido y, sin
embargo, fuera del abuso, tenerle cariño a esa figura...
–Tiene la
envergadura de una epidemia. Actualmente, hay cada vez más prostitución,
pornografía y explotación infantil y esto significa que hay clientes. Y si hay
clientes es que hay muchos abusadores de niños. Por eso hay que indagar sobre
qué es el abuso sexual infantil. En mi rol veo aparecer casos en el marco de un
proceso civil, después de una separación, por regímenes de visita, por
tenencia; aunque no dejan de estar vinculados con la violencia de género. El
psicoanalista y perito psicólogo Osvaldo Fernández Santos hace una comparación
muy interesante entre las violaciones y las situaciones de abuso en la última
dictadura militar y señala que la relación de tortura dentro de la familia se
vuelve mucho más grave. Como también afirmaba la psicoanalista Alice Miller, el
abusador suele ser una figura querida. Allí radica la dificultad del relato del
abusado.
Desmitificar el
SAP
El Síndrome de
Alienación Parental (SAP) es un término que el profesor de psiquiatría
estadounidense Richard Gardner acuñó en 1985 para referirse a lo que él
describía como un desorden psicopatológico en el cual un niño, de forma
permanente, denigra e insulta sin justificación alguna a uno de sus
progenitores, generalmente al padre. Incluso, como perito, llegó a acusar a las
madres de “lavar el cerebro” de sus hijos e hijas. Sin embargo, dentro de la
comunidad académica el SAP carece de consenso y se lo considera
seudocientífico. Sin embargo, el SAP actualmente cuenta con el apoyo de grupos
de padres que han sido alejados de sus hijos por causas judiciales, por los
abogados que los defienden en casos de divorcio y lo utilizan como defensa y
también por numerosos peritos.
¿Cómo explica que siga vigente la utilización del SAP
en la defensa de padres/familiares acusados de abuso sexual infantil o que se
la acuse de garantista sólo de los derechos de las mujeres por ir contra este
tipo de defensas de los acusados?
–Resulta
paradigmático, su mentor resultó ser pedófilo y terminó suicidándose. Fue quien
impulsó el poner en duda los relatos de las madres. Lo mismo sucede con las
denuncias de las víctimas de violencia de género, hechos que no dejan de
afectar al menor. En esta línea, han sido importantes los aportes de Sonia
Vaccaro y Consuelo Barea sobre “El pretendido síndrome de alienación parental”,
un estudio minucioso de la teoría del SAP. Considero que debe haber un
replanteo en los procesos judiciales de familia, creerles es fundamental. Pero,
a veces, los cambios llevan muchos años. Es necesaria una mirada con
perspectiva de género en la Justicia. No debe olvidarse su función primaria: la
defensa del más vulnerable. Como jueza civil puedo aplicar medidas protectoras
pero éstas deben tener continuidad en la instancia penal. Tanto los niños, como
víctimas de abuso sexual infantil, y las mujeres, como víctimas de la violencia
de género, tienen muy poco acceso a buenas defensas técnicas o a ser
querellantes. Muchas recurren a defensorías oficiales y en Villa Gesell tenemos
suerte de que no estamos saturados como suele suceder en ciudades más grandes
como Buenos Aires, y ahí ya no basta ni la capacitación ni la mejor intención
del profesional.
¿Esta falta de protección también podría evidenciarse
en la obligación a la “revinculación” de las criaturas con sus presuntos
abusadores?
–Así es. A
medida que se ha comenzado a denunciar y que han salido las situaciones del
ámbito privado se ha utilizado la revinculación de un modo forzado. Cuando se
obliga al niño a ver a la figura acusada de abuso se lo está revictimizando.
Entonces tanto los abogados y los jueces que avalan estas prácticas están yendo
contra los derechos de los niños. Hilda Marchiori, psicóloga y criminóloga
experta en victimología, valoriza la protección de la criatura y afirma que
pensar que los niños mienten es un mito. En esta línea también puedo mencionar
a María Cecilia López, quien en coautoría con María Beatriz Muller escribió en
Los dibujos en el abuso sexual infantil. Afirma respecto de los dibujos de los
niños y su interpretación que se les nota en gestos, lo expresan en su cuerpo,
que no pueden sostener en el tiempo las mentiras. Las connotaciones sexuales
son importantes marcadores de detección. También es interesante el planteo que
hace al respecto Fernández Santos al diferenciar revinculación con
reconciliación. El alega que no podés establecer una relación u obligar a una
criatura si del otro lado la persona jamás va a reconocer el abuso. Todo
conlleva a hacer una revisión más profunda: ¿Qué constituye una familia? ¿Qué
es ser padre? No es una cuestión biológica, sino que se construye con amor, con
respeto a la libertad de ser de los niños. Si un hombre dentro del uso de la
figura de poder en la familia ejerce violencia sobre la criatura no es un
padre, es un monstruo. No se trata de cuestionar a la familia. Muchas veces se
cree que el abusador tiene una personalidad sospechosa que se percibe a simple
vista y no es así. O que sólo las violaciones se dan en las clases sociales más
vulnerables. Los abusadores suelen ser personas que en su vida diaria tienen
buen trato con los demás, que pueden tener poder, dinero, ser brillantes
intelectualmente.
En marzo pasado hubo un fallo tuyo que marcó
precedente en la ciudad y alrededores al reconocer y valorizar per se la
palabra del niño como elemento esencial para fundar la denegatoria a un régimen
de visitas a favor del padre sospechado de abuso en perjuicio de su hijo, con
independencia del estado en la tramitación de la causa penal que lo
incriminaba...
–En este caso
concreto, como me sucede en otras situaciones, traté de focalizar mi mirada en
el niño. El fallo se apoya en dos relatos realizados por el niño ante su
terapeuta, a fines de 2009, y otro en febrero de 2011 ante una perito oficial
en el proceso. Afortunadamente, en la instancia penal se respetó mi postura,
pero son casos excepcionales por lo general, tal vez por ello las
repercusiones. Muchas veces el abusado confiesa fuera del ámbito judicial,
fuera de una audiencia. Por esto es que considero que hay que creerle a la
madre o al niño/a que logra confesar y denunciar. Además, estadísticamente, la
mayoría de las denuncias de abuso sexual son reales (la cantidad de alegaciones
falsas es solamente del 8 por ciento).
Siguiendo esta necesidad, la de que la presunta
víctima sea escuchada, ¿es que decidís hacer el petitorio de la instalación de
una cámara Gesell en el juzgado?
–Sí. Hace
varios años que estoy tras este pedido. Aproveché la visita, hace un mes, del
doctor Héctor Negri, actual presidente de la Suprema Corte. Le comenté que
consideraba importante la instalación de una cámara en la ciudad y en la zona.
Será el primer Juzgado de Paz de la Provincia de Buenos Aires y el primer
Juzgado en el Departamento Judicial de Dolores en tener una cámara Gesell. En
un mes aproximadamente estará terminada. Con esto no pretendo que se aplique la
escucha del niño de un modo cartesiano. Me refiero a buscar todos los elementos
que la ciencia de otras disciplinas como la psicología y la psiquiatría tienen
para poder decodificar y dilucidar lo que el chico dice y siente.
En estas semanas trascendió la importancia del uso de
la cámara Gesell para obtener el testimonio del hijo de 10 años de Susana
Leiva, asesinada supuestamente por su pareja, el portero Alberto Ponce, a quien
también se investiga por posible abuso sexual del niño, en la localidad bonaerense
de Temperley. ¿Qué requisitos son exigidos para que un niño declare en cámara
Gesell?
–Previamente se
evalúa multidisciplinariamente si el niño está en condiciones de hacerlo. El
aporte es muy importante porque el niño puede hablar con la psicóloga u otro
profesional en un marco de mayor protección.
¿Creés que en los últimos años, a la par del aumento
de casos relacionados con las problemáticas anteriormente citadas, ha sido
fundamental la actuación mancomunada con instituciones y profesionales de otras
ciudades o provincias?
–Sí, tengo mucha relación con Mar del Plata, por ejemplo. Allá está el
grupo de la Red Solidaria, que brinda apoyo terapéutico y asesoramiento. Es muy
importante también la interconexión entre las víctimas. Poder escribir sobre fallos
de otros colegas. El Derecho debe ser menos academicista y más humanista. La
abogacía no puede ser una profesión de mercenarios. Debe haber perspectiva de
género desde los espacios de formación como lo son las universidades, integrar
a profesionales de otras disciplinas. Es el desafío que se viene. El pater
familias (en latín: “padre de familia”) rigió desde la antigüedad, desde la
concepción patriarcal tenemos que avanzar hacia un Derecho con respeto hacia el
varón y hacia la mujer. Me parece un mensaje esperanzador para los jóvenes que
estudian actualmente Derecho. Volver al origen, a la justicia social. La
temática no abarca solamente a niños y niñas, sino también a adolescentes.
Sería entonces muy importante que en los colegios se implemente realmente la
Ley de Educación Sexual para reforzar la prevención y la información.
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