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sábado, 2 de abril de 2016

MADRES EN JUICIO. Por PROYECTO SUPONGAMOS -PORTUGAL


 28/12/2015 ( Articulo traducido al español via on line )


Supongamos que usted comienza su vida profesional como abogada, a finales del siglo XX, en la creencia de que vive en un mundo donde hay igualdad entre hombres y mujeres y los hombres participan en la educación de los niños. Entusiasmado con la idea de la custodia compartida o alterna para los niños mantengan contacto con sus padres después del divorcio, y más aún con la capacidad innovadora de un padre para tomar la custodia total de sus hijos.

 Fue mi caso.

 Pero luego empecé a ver los litigios judiciales que rodean el cuidado de niños y me quedé sorprendida por la distancia entre mis creencias y la realidad: las madres, como en el siglo XIX, siguen perdiendo la custodia  de los hijos por desempleo y por trabajar a tiempo completo; ser lesbianas; tener un estilo de vida o profesiones poco usuales; porque pertenecen a religiones minoritarias; porque acusan al esposo o ex-esposo de abuso sexual de los hijos o violencia doméstica; acusaciones vistas por los jueces como signos de inestabilidad mental. Pierden la  custodia  no por ser consideradas madres incapaces , porque no pueden o porque el padre ha tomado parte en la educación de los niños por igual. Sino  sólo porque los padres-hombres tienen más dinero para invertir en batallas legales, que duran unos 5 o 6 años, el estado actual social y su influencia en la mirada de jueces,abogados y profesionales de la salud mental, y también debido a que hacen lavado de cerebro de los niños y usan la violencia física para aterrorizar a las ex esposas. Es esta realidad jurídica que no es visible para la sociedad que todavía cree ingenuamente, con la complicidad de los medios de comunicación social que sólo dan voz a un solo lado, con la idea de los padres en igualdad.

 Oír a madres que se enfrentan a padres que les arrancan el hijo bébé de sus manos, el pecho o la cuna, lo despiertan de su sueño, porque es el momento de las visitas y que el tiempo es del padre, o que tenían destetar a su bebé durante la licencia de maternidad, para cumplir con una decisión judicial residencia alterna.

 Oír a madres a quienes les diagnostican una enfermedad llamada "síndrome de alienación parental ", que ni siquiera existe, y que pierden la custodia de sus hijos, con regímenes de visitas muy limitados y que durante estos pocos días o porque ven a sus hijos mal cuidados, trataran de llevarlos a la peluquería, a comprarles ropa o llevarlos al médico, en definitiva proporcionándoles los cuidados que su padre no sabe o no quiere pagar.!

 Oír a madres que se enfrentan con la narración de abuso sexual de sus hijos o hijas, en la que nadie cree, y la lucha contra todo y todos para protegerlos, viviendo dilemas profundos: saben que si presentan la denuncia corren riesgo de que nada se pruebe,  porque el abuso no deja ninguna evidencia física y el testimonio de un niño pequeño no se valora; Ellas saben que pueden ser acusadas ​​de alienación parental (comportamiento que tiene como objetivo destruir la unión del niño con el otro padre) y de perder la custodia de sus hijos. Y también saben que si no hacen nada para proteger a sus hijos y el abuso sexual es denunciado por una tercera persona pasarán a ser madres desatentas o cómplices del abusador.

 Oír a  madres desesperadas por el miedo de que el padre deje caer al niño de  la ventana o no lo cuide en los espacios públicos y el niño sea raptado, que lo lleve en el auto y tenga un accidente de tránsito, que no le de comer en el momento adecuado o que se olvide de darle sus medicamentos, que le permita ver películas violentas o pornográficas durante las visitas, que invite amigos a la casa que no sean de confianza o pongan a los niños en peligro. También estas madres son , invariablemente, acusadas ​​de alienación parental por abogados, psicólogos o trabajadores sociales de la corte o por los comités de protección infantil. Son demonizadas y castigadas por la observación del comportamiento de una madre preocupada, conducta por lo general altamente valorada en las mujeres que viven con el padre de sus hijos, pero que después de una separación se ven como actitudes malévolas de mujeres que, por venganza, quieren cortar la relación del niño con su padre.

 Oír a madres humilladas en los procesos de regulación de las responsabilidades parentales, con la acusación de cuestionar el dinero que gastan en solución salina con sus hijos o con un juez que considere que los gastos de psicólogo o una actividad deportiva no está comprendida dentro del concepto de alimentos o que es un lujo y que el padre no tiene ninguna obligación de pago. Además, que en los procesos en los que discuten el mantenimiento debido a los niños, para defender las garantías del deudor, llevan años durante los cuales los niños no recibirán ninguna pensión ...


Sí, a finales del siglo XX y principios del siglo XXI, esto es lo que en los tribunales de familia están pasando las madres y los niños, que se transforman, en palabras oídas de una madre,   en  "cámaras de tortura"!

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